Malditos los días que el invierno transpira,
Malditos los oyentes que no lloran la cantora,
Malditos los que rompen el sueño con la piedra de la realidad,
Malditos los que amablemente te clavan el puñal,
Malditos tus consejos y mis razones,
Malditos los que maldijeron alguna bendición.
Benditos los días que saben llorar tu humedad,
Benditos los que cierran sus ojos y escuchan tu voz,
Benditos los que con sus escudos logran proteger tus sueños,
Benditos los que se hacen fuertes tu traición,
Benditos los que saben escucharte y esperan el momento para hablarte.
Benditos tus ojos, y tu voz, y tu boca, y tu sonrisa, y tus sueños, y tú, y yo.