Después de la tormenta llega la calma, dicen. Hace unos días dejó de llover, pero aún sigue nublado. No sé, hay como un vacío dentro mío (es normal después de una pérdida). Quizá sea extrañar, no lo sé.
Siempre quise saber qué se siente extrañar, a lo mejor es recordar a alguien y al girar la vista ver que no está más, y que los ojos se te llenen de lágrimas. Quién sabe.
Ha sido un año raro, el más raro de mi vida. La vida me quitó a la mujer que más amaba y amaré en el mundo, y me dio retazos de amor como compensación. Como tirándome a la cara lo que más odio que es el amor a cuentagotas, ese que se aguanta por miedo, el que nunca fue honesto, y no porque no lo sintiera sino porque cuando veía sus ojos me decían mil cosas, pero hacía muy pocas. Puede que mi estándar del amor sea muy alto, no lo sé, pero a mí me gusta entregar todo y más, no me gusta el amor mezquino, el que te da sobras como si uno mendigara amor.
No dudo del amor, pero sí en las formas de darlo. Como dije líneas arriba, quizá mi estándar del amor es muy alto. No lo sé. Hoy estoy solo, pero solo de verdad, giro y no tengo a nadie que me de la mano (no por falta de amigos, ellos siempre están) pero es una soledad que nunca experimenté, quizá pasados los 40 el desamor pega más fuerte, quizá reconfirmo lo que siempre pensé de chico, que nunca encontraría a nadie que al final se quede conmigo.
Tengo pocas ganas de hacer mis cosas, y regresé a mi refugio, al que nunca me ha abandonado (sin embargo, con los años lo hago peor). Ojo, no es un reclamo ni a la vida ni a nadie, porque al final quien decidió (bien o mal), fui yo, pero sí es una búsqueda de saber ¿por qué si el amor es universal, nuestras formas de expresarlo son tan dispares? Siento que el “quisiera” no existe cuando uno ama, porque lo hace y punto.
Perdónenme quienes leen este mamarracho, pero es como una suerte de catarsis, un desahogo, un vómito, sacar toda la mierda que me tiene tirado en la cama pensando y dándole vueltas a lo que siento, a lo que quiero y a lo que soy, es describir un millón de imágenes que pasan a la velocidad del sonido y tratar de describirlas sin un desorden, sin caos, es imposible.
La vida nos da oportunidades de remediar nuestras cagadas, pero a veces por orgullo uno cierra la puerta de lo que se pudo reescribir, o continuar, depende cómo se quiera ver. Yo aprendí que el orgullo siempre te caga y, aunque demore muchas veces en hablar cuando me molesto, es más para no hacer daño que por orgulloso, tampoco negaré que aún se asoma de vez en cuando por una ventana de mi alma, pero siempre trato de remediarlo, esas son las oportunidades, creo yo.
Amor, desamor, 40 y tantos, ojos, cuentagotas, caos, refugio, catarsis, orgullo, vida.