Un sábado cualquiera, en mi café favorito. De pronto, entre el montón de cabezas que andan pensando en nada, o en todo, te veo llegar. Me hago el desentendido y te esquivo hasta que volteas y me sonríes. ¿Sabes una cosa? tienes la sonrisa más hermosa que jamás vi. Me miras y me dices "hola!" siempre sonriendo y mirándome fijo a los ojos. No aguanto y lo primero que hago es ver tus labios y tu sonrisa inolvidable. "Hola", respondo como si no me importara nada, disimulando ese querer besarte y agarrarte de la mano y zafar de ahí, o quizá decirte que te sientes conmigo a tomar un café.
Sentía tu mirada, después de diez minutos, a los quince no aguanté y te miré, me sonreíste y te sonreí. No sé cuántas veces se repitió esa escena, pero la disfrutaba en demasía.
No quiero irme, me decía. Pero tomar 4 tazas de café era un exceso.
Pedí la cuenta, y con gracia, y entre broma y verdad, me dijiste: "me das el ruc, y todos los datos... y el teléfono también."
Al final el abrazo que no queríamos que se acabe, un beso en la mejilla y un "chau". No sin antes tu, "gracias por venir" :)
Mi café favorito, contigo se convierte en mi café perfectamente imperfecto.
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