miércoles, 5 de noviembre de 2008
Vampiro
Él está hecho de piel y huesos, y pequeños cabellos de mujer, piernas largas y flacas, mirada perdida y endrogada, andrógino seductor, labios gruesos, ojos grandes y oscuros que se vuelven rojos cuando se fuma un chino bajo la lluvia en Miraflores.
Trata de no tocar a la gente con las manos, y mucho menos que lo toquen, no lo tolera, no lo soporta, él es más, pero sabe que siempre hay alguien mejor; escucha música todo el día desde Piazzolla hasta García, desde Ludwig van Beethoven hasta Kurt Cobain. No le gusta mucho el cine, prefiere ver las películas en casa, es más cómodo, entretenido y barato (aunque siempre despilfarra el dinero), suele bañarse cuando todos ya lo han hecho, en su cabeza hay muchos paisajes y colores que nunca había visto, detesta el día y prefiere la noche (los vampiros son suicidas y los fantasmas no me dejan dormir), fuma cigarrillos rubios, toma Wiskhy, y de vez en cuando aspira un polvo blanco que le despierta los sentidos pero que le destroza el alma, drogadicto delirante, metanfetamina, LSD, crack, anfetas, cafeína, alcohol, cigarrillos. No creo que se corte el pelo, flaco y desgarbado, con la mirada perdida y ojos rojos de tanto fumar pasea por las calles cada paso pesa más, cada esquina hay menos oxígeno, cada cemáforo es menos claro, necesita ir a casa a descansar, a comerse su bajón, a padecer la resaca infernal.
Falta poco, quizas menos de una cuadra, creo que volteando la esquina unos cuantos pasos más y ya está por fin en casa; pausa, el bocho late a mil, siente que se le sale del pecho, no hay nada más que hacer, un baño caliente (el invierno es muy frío), un poco de agua y ya está todo pasará...
¡Dios, que pálido y ojeroso está!, creo que esta vez se le pasó la mano, dejó de videar el techo de su cuarto y la oscuridad se apoderó de sus ojos, de su mente, de su ser. No sé bien cuanto tiempo pasó, quizás días o tal vez apenas minutos, mareado y atontado por los efectos de esa mixtura de drogas sale a la calle en busca de su dueño.
Pequeños cabellos de mujer enredados y desaliñados, pero aún con ese descuído brilla como ninguno, le gusta Dalí, prefiere la carne que el pescado, prefiere fumar a comer, no mira para atrás por que teme encontrar lo que dejó en el pasado, busca en sus bolsillos comida para soñar, sueña dejar de hacerlo, intenta pìsar tierra cuando vuela en los brazos de cualquiera que lo acoja en la noche, personalidad ambigua; ergo, sexualidad dudosa, es feliz por ratos cuando está drogado y cuando no lo está, se ríe de la gente que tiene plata, y se sienta a conversar con los que viven de la caridad ajena, solitario ultranza, inmortal, o al menos eso es lo que el pinesa ya que ha estado al borde de morir muchas veces y ni Dios, ni el Diablo lo quieren, famoso por lo que escribe, odiado por lo que piensa, querido por la mujeres con las que alguna vez compartió alguna conversación, excitante a los machos que duermen con hombres, endiosado por los maricas de tacón, plumas, brillos y mentiras. Odiado por las lesbianas que acceden a sus encantos, arrojado de los clubes sociales y de la casa de sus padres.
Muerto en vida, alma en pena, seductor asexuado que voltea a mirarle el culo a hombres y mujeres, le gusta las pastas y toma Coca Cola helada y con hielos, viste bien, adora los perros, en especial uno que alguna vez mató, añora el dormir de noche, pero sabe que él no es normal y que como se dijo líneas arribas los vampiros son suicidas, y los fantasmas no me dejan dormir. Tiene un ángel de cabellos rojos y lacios que conoció el día de su cumpleaños 20, tiene todo lo que se quisiera, y sin embargo muere a diario, cada noche que no duerme, cada aspirada blanca, cada chino, le quitan un poco de vida.
Hoy la oscuridad se adueño de sus ojos, pero mañana volverá a ser el mismo de siempre, esperando el día que por fin cierre los ojos y no los vuelva a abrir jamás, el día que Dios o el Diablo decidan quién lo acogerá, el día que pueda ser feliz...
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