lunes, 22 de junio de 2009

Un Domingo Para Siempre (AS)

Después de algún tiempo vi a una persona que me alegra la vida, hacía poco menos de un año que por distintas circunstancias (y por que no me gusta estar mucho rato en un mismo lugar ni con las mismas personas), nos separamos fisicamente, por que siempre y como siempre te pensé y sé que tú a mi también.
Estaba nervioso, el corazón me latía a mil, ya la había distinguido entre la multitud, las calles en invierno no están tan congestionadas como en el verano aburrido, me acerqué sin que te dieras, cuenta te tapé los ojos con las manos, y tu sonrisa dibujó esos dos hoyitos que me encantan, tu voz me preguntaba cómo estaba con una ternura de niño, y tus ojos ya descubiertos grandes y negros, que te me muestran tal como eres, desnuda tu alma que ya la conozco muy bien. Mirándote a los ojos te encuentro feliz, como nunca antes habías estado y de verdad eso me puso muy bien, el verte sonreír, soñar, hablar con esa paz que siempre quise para ti, lo que creía encontrarías sólo conmigo (que tonto fui al creerme el mejor).

La noche pasaba entre expresos y cigarrillos, entre recuerdos del 2000 y 2001, entre besos y te quiero, no habíamos llegado a la mitad de la velada y yo ya estaba pensando en como terminaría la noche, y cuando el silencio volvía a ser el tema principal un fuerte abrazo, con un beso y un te quiero nos regresaba a nuestra tertulia de recuerdos, de supuestos, de nuestra familia imaginaria, de un auto que lo manejarías tú, de la nana, y dos hijos, de que tu nombre no te gusta para nuestra hija, entonces sería Halana dije, me gusta ese o Fabiana, además queda con tu apellido (perdón, pero a veces soñamos muy, muy alto), nos reímos demasiado imaginándonos como hubiese sido el estar juntos, parecíamos dos niños imaginando su futuro de grandes, me transporté al invierno del 2000, donde todo era puro, donde yo aún te estaba descubriendo y cada cosa nueva me enamoraba.

Tres expresos y una cajetilla de cigarrillos nos avisaron que era hora de volver a casa, en mi cabeza ya todo estaba decidido, alguna vez le juré a esta chica que no me iría de su vida hasta verla feliz, hoy es tiempo de partir, la felicidad tocó su corazón. Emocionalmente está bien, anímicamente mejor, entonces no hay más que decir, un beso en la frente, un abrazo de esos interminables, una mirada de esperanza y una promesa de volvernos a ver, que ni tú ni yo la cumpliremos, los supimos en nuestros ojos y en esa risa de complicidad traicionera, entraste a tu casa, yo me quedé parado mirando tu puerta y fumándome otro cigarrillo que me recordaba nuestra noche perfecta, para un final feliz.

Hoy tirado en mi cama con la garganta reseca de tanto fumar, en un cuarto solitario y oscuro, con una radio que me canta las canciones de ayer, que me recuerda tu canción, mi canción. Una cama tan dura que los huesos duelen al despertar, hay algunas botellas por ahí en el piso, la llena no la toques que es para terminar la semana emborrachándome con el recuerdo de tu partida, con la esperanza de que aquella promesa de volvernos a ver, con ese beso en la frente y esa risa de traicionera complicidad, lo mismo que espero hace algo más de 30 años.

Gracias por dejarme ese recuerdo tan grato, ese recuerdo de la última vez que nos vimos, gracias por ser feliz, por que si aún no llegas a mí es que sigues estando feliz, gracias por descubrir mi lado amable, y por no regresar y no cumplir la promesa.

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