No hace mucho escuché un auxilio de amor, o quizás de obsesión, costumbre, miedo, piedad, tristeza, melancolía, soledad, no lo sé, pero era un llanto sincero, un pedido de ayuda que salía de las entrañas. Corriendo y como pude respondí aquella llamada, abortando compromisos pactados para poder dar la mano a una amiga de verdad, y es que si hay algo que me hace sentir bien es poder ayudar a mis amigos cuando me necesitan, ellos siempre están a la hora del bajón, y es mi única manera de demostrarles cuanto los quiero y los necesito.
El cuadro en mi cabeza era desolador, pero al llegar las cosas parecían no estar tan mal, una coraza de hierro enmascaraban lo real de la situación, aunque tus ojos no saben todavía usar esa careta con que cubres bien tus penas, el corazón latía bajito, muy despacio, casi imperceptible a los estetoscopios de los médicos de hospital, las razones obvias penas de amor, que sabían a obsesión, que sacaba las garras para aferrarse a esa costumbre que te hace tanto mal.
Necesito ayuda te escuché decir entre dientes, y me senté a escuchar una historia que se repetía cada vez que tu alma chocaba con la realidad, tratando de aliviar la pena, decidí escapar juntos. Tomamos un expreso imaginario a Anhedonia, donde no hay más penas que las que nosotros creamos, te conté la historia de mi vida que ya te la sabías al derecho y al revés, y sin embargo la escuchaste como la primera vez, borrachos de tanta oratoria decidimos no hablar más y miramos juntos la TV, regresando a la realidad de unas vidas maquilladas por las sonrisas de cordialidad, mi corazón absorbente me decía que no podía huir, la cabeza sin embargo me pedía un respiro a tantas vueltas en esta calle que transitamos tantas veces.
No hay paz en almas que no descansan, escribí alguna vez, y la verdad que tu alma no descansa nunca, soñando con un futuro que no tiene mañana, regresando al ayer como si fuese el hoy para siempre, tirando para atrás cuando las puertas de adelante están abiertas de par en par. Tu venda, esa venda que ciega tus ojos, tu corazón y tu felicidad no se atreve a salir de ahí, o quizás no la quieres sacar más, lo que vendrá es incierto, muy incierto y más si no te animas a despegar, si no abres los ojos y dejas ver el verde campo, el camino que puedes recorrer con algunas penas y muchas victorias, la cobardía no da para más, no se puede ocultar un conflicto, no se puede vivir con la incertidumbre como guía de vida, no podemos seguir en las tinieblas esperando que aquella persona traiga los candiles para tener una luz feliz apenas perceptible, cuando las luces de la felicidad que alumbrarán tu corazón son más fuertes que las del mismo sol.
No hace mucho escuché un auxilio de amor, o quizás de obsesión, costumbre, miedo, piedad, tristeza, melancolía, soledad, no lo sé, pero era un llanto sincero, un pedido de ayuda que salía de las entrañas, hoy espero que la pesadilla termine, y que las lágrimas vuelvan a salir acompañadas de una sonrisa y una buena estrella que está por venir.
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