El emperador Boddo mandó llamar a Nkhuo, un ladrón que había sido expulsado de las Tierras Negras del Sur por haber asesinado a diez guardias de la corte real. Nkhuo era un hombre muy grande, un gran estratega, había luchado en mil batallas y nunca había sido herido, sin embargo sus ansias de poder y riqueza desviaron el camino de este gran guerrero y se convirtió en un vil ladronzuelo, hizo alguna fortuna en base a su fuerza y matando a algunos por encargo, no tenía escrúpulos cuando por plata se trataba, y es así que el emperador Boddo convence a éste para que se convierta en el nuevo Jefe del Ejército de las Tierras Negras del Sur, una millonaria suma como sueldo, y un premio aun más jugoso por la cabeza de la reina Nayla y la de Cado.
Nayla yacía recostada en su cama, cuando los golpes en su puerta la alertaron, era Andotto, con un comunicado que le habían mandado a leer en la plaza delante de todo el pueblo a Erhano.
Nayla, te han derrocado, lo que pasó ayer fue demasiado y el consejo decidió por unanimidad que ya no seas más quien gobierne Anhedonia, el que ha tomado ahora el poder como corresponde es Cado, pero él aun no lo sabe, no será rey, simplemente será el gobernador de aquí. Debes irte Nayla, tu vida corre peligro en estas tierras, ahora tu seguridad se verá disminuida, el consejo decidió que no salgas más de palacio, pero podemos escapar por los subterráneos, además aun falta que Cado asuma el poder, él va hacer algo por aminorar tu pena.”
“Andotto, yo no me iré de Anhedonia, este es mi país, aquí nací y aquí voy a morir, yo soy la reina de este lugar, y nadie puede destronarme, nadie me quitará lo que por derecho y herencia me pertenece, ¡¿qué se han creído esos 5 miserables?! Hoy verán quién se va de Anhedonia”, Nayla dijo, mientras entraba corriendo y agitado Cado, “tengo malas nuevas, aunque por tu cara supongo que ya debes saberlas. Escúchame es preciso que te vayas por un tiempo de aquí, ya hable con los Gigantes de las Montañas del Norte, y Atud está dispuesto a darte asilo, es más me dijo que te quedarías en el Castillo de Soid allí estarás segura y vivirás con todas las comodidades que merece una reina, Nayla no te puedes quedar en Anhedonia, mis hombres me comentaron que Boddo tiene un nuevo jefe de ejército se llama Nkhuo, es un ladrón, pero antes de serlo era uno de los mejores soldados, gracias a él los negros tienen todo el territorio que hoy ostentan, es un gran estratega y mejor luchador, nunca perdió una batalla, tenemos que aliarnos con otros reinados, Súrbigo ha ido a Zed para hablar con el rey Lirán, contarle nuestra situación así podremos aliar fuerzas y no dejar que los negros del sur se adueñen de nuestros territorios y Telanio hace lo mismo con Kofob del reino de los Morescos, esperemos poder convencerlos aunque con los dos tenemos muy buenas relaciones.
Nayla: en cuánto aumentaría nuestro ejército de conseguir el apoyo de los dos reinados?
Cado: en más de 5 mil hombres, más del doble de lo que somos ahora…
Nayla: y los negros, con cuántos cuentan…
Andotto: son casi 10 mil hombres…
Nayla: igual estamos en desventaja, Cado por que no hablas con Girú el tenía buenas relaciones con mi padre, su ejército es numeroso y todos son buenos soldados, creo que con ellos alcanzaríamos la paridad...
Cado: sí es cierto, está bien iré para allá y hablaré con Girú, después de que vayas a las montañas con Atud. Anhedonia te necesita, pero te necesita fuera y salva, para reinar después de la victoria Nayla, cuando todo pase, Anhedonia será la ciudad más poderosa y los Negros del Sur no serán más un peligro.
“Gobernador Cado, el consejo lo requiere para que asuma el cargo, reina el consejo requiere su último discurso”
Nayla: no habrá discurso, que la ceremonia sea sólo con Cado y su nombramiento de Gobernador. Cado te auguro triunfos y buenos tiempos en tu reinado. No olvides a tu reina Lugua que desde las entrañas de Kuolema te ayudará en esta etapa de grandes cambios.
Cuando el consejo terminó la ceremonia, se acercó uno de los soldados de Cado y le dijo algo al oído, éste de inmediato se dirigió donde la reina.
Nayla es tiempo de huir, los negros están muy cerca en dos o tres días será el primer enfrentamiento, no queda mucho tiempo.
Nayla: está bien, prepara todo para la partida, no me queda otra opción, cuida de este tu pueblo Cado, no dejes que los invasores se apoderen de él.
Cado: todo estará bien Nayla. Planearemos la salida con Andotto y por la noche empezaremos la huida.
Al atardecer Telanio regresaba con las buenas nuevas Kofob había aceptado aliarse para luchar contra el ejército de Boddo, “bien, ahora sólo falta esperar a Súrbigo y la respuesta del rey Lirán, ojala todas sean
buenas noticias hoy… mañana al amanecer irás donde Girú y le dirás lo mismo que a Kofob, si acepta estaremos listos para derrotar a los Negros. Alista tres de los caballos más rápidos y llévalos donde empiezan las Montañas, hoy saldré por la noche y los necesito antes de que todo duerma, eso si, necesito discreción, confió en ti Telanio.
Andotto que se encontraba en los jardines del castillo sugirió a Cado que la salida de la reina sea no por los subterráneos si no a vista abierta, que se disfrace de un ser común y corriente, es más fácil… nadie sospecharía…
“Andotto, ya mandé a Telanio para que me lleve los caballos más rápidos del reino a las montañas, le dije que lo haga al anochecer” refirió Cado.
“No importa, eso está bien, iremos todos como gente común y corriente, nos disfrazaremos de ellos, pero eso sí, necesitamos algunas armas Cado, encárgate de eso, yo iré donde la reina y le diré exactamente lo que tiene que hacer”
“¿Llamaremos a Deva?” preguntó Cado.
Andotto: No creo que sea necesario, sin una reina que gobierne los ojos de Boddo estarán puestos en ti, pero hay que tenerla cerca, nunca se sabe cuando nos será útil.
Cado: Bueno, entonces ¿cuál es el plan?
Andotto: El plan es que no hay plan, por ahora sólo salvar a Nayla y después esperar el ataque de los Negros, supongo que para mañana tendremos confirmados los ejércitos que vas a comandar, mandaste a alguien para que hable con Girú?
Cado: Sí, mañana al amanecer Telanio va donde Girú, y Súrbigo debe llegar por la noche. Las tropas de Kofob deben estar alineadas mañana al mediodía, y si los dos que faltan se suman como aliados nuestros entonces al anochecer tendremos más de 9000 hombres, ojala todo salga como esperamos, por lo pronto lo más importante es sacar a Nayla de aquí.
Nayla estaba en su cuarto, llenaba su pequeña valija con un poco de ropa, una medalla que su padre le había regalado y las cenizas de la Reina Madre. El golpe a la puerta anunciaba la partida, Cado se encontraba en la puerta trasera del Palacio esperando a Andotto y a Nayla, tres caballos serían el transporte que los llevaría a las Montañas y saldrían del reinado siendo vistos por todos pero sin que alguno lo pueda reconocer, el secreto había sido tan bien guardado que ni el mismo consejo sabía lo que sucedería.
Al bajar Nayla toma el primer caballo, las cosas que lleva las transportará Andotto, mientras que Cado en sus valijas tendría las armas por si es necesario usarlas.
Todos montados en sus respectivas bestias y la partida se originó sin más, por delante Cado, seguido por las Reina y al final Andotto, era un viaje de mas de 6 horas de ida, se hacía más pesado por que la mitad del camino era un camino ascendente. Ya habían dejado atrás el Palacio, ahora el pueblo se avecinaba, Cado traía una especie de bata de color marrón oscuro, con una capucha que cubría casi hasta la nariz y una bufanda, quedando apenas una parte del rostro visible, la reina llevaba un atuendo parecido de color mas bien negro, una capucha un poco más chica y una especie de pañoleta que la cubría hasta la nariz, y Andotto tenía una túnica blanca con una manta gris encima, en la cabeza la misma capucha y pañoleta igual que Nayla.
Al pasar por el pueblo el temor creció los tres que viajaban casi a la par, se miraron en una parada forzada que se realizó, alguien se les acercó a venderles un poco de agua, era común que los viajeros compren agua, ya que en kilómetros no había un sitio donde tomar un poco de líquido, “No gracias” respondió Cado a quemarropa, el individuo era un viejo del pueblo que había trabajado en la corte hace algunos años, antes que Nayla naciera y que fue corrido de Palacio acusado de robo, por lo que el Rey Rui lo echó sin mayores privilegios, hizo uno que otro negocio pero ninguno le resultó al final de sus días su único hijo murió dejándolo solo a su suerte. El viejo pareció reconocer en Cado una voz familiar, y quiso acercarse un poco más para poder con sus ojos gastados ver un poco mejor que se escondía debajo de esa capucha y esa bufanda, fue entonces cuando Andotto se dio cuenta de lo que iba a suceder y dejó caer unas monedas haciéndolas sonar muy fuerte contra el suelo, el viejo que tenía a pesar de los años una buena audición volteó la mirada al metal que yacía en el camino de piedra y raudo pero con sigilo las tomó y desapareció de la misma forma como se había presentado.
Casi al salir de Anhedonia Cado juntó los caballos y repartió las armas, “de aquí en adelante no sabemos con qué nos vamos a cruzar, es mejor que estemos atentos a lo que podamos ver en el camino que no sabemos que puede ser.
El ritmo del viaje era sin prisa, no se tenía que levantar sospecha alguna, no estaban si quiera a la mitad de la noche cuando faltaba apenas una hora para llegar donde los Gigantes de las Montañas del Norte, de pronto a lo lejos se escuchan los pasos de muchos caballos dirigiéndose a gran velocidad hacía donde ellos estaban, Cado sin pensarlo dos veces mando a detener la marcha, desenvaino su espada, y quedo quieto en actitud vigilante, Andotto hizo lo propio, y Nayla desenvainó el Semed (la espada real, utilizada sólo por el rey en guerra y desde la celebración del Kuolema por el Jefe del Ejército), cada vez las pisadas se escuchaban más próximas y hasta en medio de la oscuridad se podían ver apenas las antorchas que cargaban, esa era una buena señal, quizás no sean mas que viajeros, igual Cado no bajaba la guardia, “Andotto, si atacan cubre a la reina, Nayla aceleras el paso hasta llegar a las montañas, ahí estarás a salvo, Andotto y yo nos encargaremos, no creo que sean más de 10 hombres, Atud me dijo que iba a esperar nuestra llegada”. Al aproximarse la sorpresa fue grande pues quien venía encabezando a los guerreros era Asros (Jefe del Ejército de los Gigantes de las Montañas del Norte).
“El rey Atud nos mandó acompñarlos en su ruta, pensamos que llegarían más tarde, por eso recién salíamos a su encuentro, estamos muy cerca y ya esta todo listo para su llegada Reina Nayla”.
“Gracias Asros, tanto mi pueblo como yo te lo agradecemos infinitamente”, dijo la reina.
“Bueno vamos, vamos que aun falta una hora para llegar donde el Rey Atud” exclamó Cado.
Al llegar al Castillo de Soid, la Reina Nayla, Andatto y Cado se reunieron con el Rey Atud, le expusieron la situación por la que Nayla debería ser asilada en su reinado, y este asilo debería tener calidad de secreto de estado, nadie debería enterarse de su presencia, el Rey Atud prometió silencio y discreción con respecto a la Reina, “el personal que trabajará en este castillo, será de mi entera confianza, y nadie podrá salir de aquí, les doy mi palabra de ello, regresen a sus tierras tranquilos, que Nayla la joven Reina estará bien protegida acá.
Nayla agarró el Semed y se lo entregó en las manos a Cado, “esto es para que victorioso vuelvas a desenvainarla en el próximo Kuolema, esta espada hoy cambiará su historia, con ella triunfaremos y Anhedonia será más libre que nunca. Vayan en paz y descansen lo más que puedan que vendrán días muy largos y noches donde el dormir sólo será un recuerdo añorado. Buen viaje, Anhedonia ahora está en sus manos”
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